Enseñanza Artística: nuevos egresados y muchos empeños Detalles

El ejercicio de graduación de los jóvenes Carlos Olivera Mato, Cristhian Peña Aguilera y David Guerrero Salgado, de la especialidad de Danza Moderna y Folclórica, que se concretó esta semana en el teatro de la Universidad de Ciencias Médicas tunera vino a dar una alegría más a la Enseñanza Artística por estos lares.

Y es que, si bien el resultado curricular de ellos tiene su esencia en la escuela vocacional de arte Luis Casas Romero, de Camagüey, no es menos cierto que son hijos de esta tierra y que fue aquí, entre estas calles, donde concretaron los estudios primeros que los llevaron a tal éxito.

Los tres bailarines son parte de un engranaje docente que ya en Las Tunas cumple 47 años. Una voluntad cultural que se ha consolidado con creces y que, amén de tropiezos y lastres económicos que condicionan su desarrollo (porque es costosa en todo sentido esta educación), ha dado muchos frutos.

Al conversar con profesores y discípulos se descubre el orgullo por haber concluido el curso anterior en las distintas ramas de la escuela profesional de arte (EPA) El Cucalambé. Y el hecho de que en los próximos días tendrán nuevos egresados de Música del conservatorio Esteban Salas, de Santiago de Cuba, constata que el talento brota y se encauza con acierto.

Ya están activas, como parte de la etapa lectiva 2021-2022, las 18 líneas de Música con las que cuenta el centro; también la Danza, que sueña con concretar, en un tiempo favorablemente corto para este desafío, el nivel medio. Se suma la Escuela Nacional de Clown, esa dicha que llegó de la mano del esfuerzo mayúsculo de Teatro Tuyo, única de su tipo en Cuba y que no se cansa en la aspiración de convertirse, más temprano que tarde, en una academia internacional.

Maike Machado Vázquez es el subdirector de la Enseñanza Artística en la provincia; y mientras comparte criterios en torno a estos temas con 26, pondera la entrega de los maestros, el empeño metodológico que ha sido vital en medio de la pandemia y las irregularidades que, evidentemente, llegan ahora al pupitre para ser resueltas, con el profesor delante, el nasobuco en las bocas y el sacrificio personal de los alumnos, como la mejor fórmula posible.

“Tenemos garantía de cobertura docente y, para eso, se han sumado egresados de la Enseñanza Artística no solo de la escuela tunera, sino además, del conservatorio Esteban Salas y del ‘José White’, de Camagüey. Hemos incluido a estudiantes de las escuelas nacionales, como la de Música, en el caso de las asignaturas teóricas. La apuesta es trabajar más de la mano de las instituciones y los artistas locales; en esta empresa destaca el aporte de la compañía folclórica Onilé en la especialidad de Danza.

Todo eso, vale decirlo, con enormes deudas constructivas y las carencias de accesorios e instrumentos que son vitales para la concreción del hecho artístico en las aulas.

“El Ministerio de Cultura hace un gran esfuerzo para mantener estas instituciones en el país. Tenemos que concluir la red hidrosanitaria de la EPA, con más de 30 años de explotación; así como la residencia de los alumnos de clown, para, a partir de febrero, cuando termine la actual promoción, disponernos a recibir a estudiantes de otras provincias. Eso es importante, porque esta escuela, muy joven, ya tiene resultados palpables”.

De otro dilema no escapa tan sublime universo: la migración. ¿Siempre regresan a casa los pupilos que salen a formarse en otros terruños? Maike Machado sabe que no, y ese es un proceso que tiene muchos asuntos por atender.

“En los últimos dos años hemos vuelto la mirada a esa realidad con más fuerza y se han dado pasos importantes, aunque sabemos que es complejo. Por ejemplo, la provincia no tiene nivel medio de Danza y eso hace que el egresado de esa especialidad tenga que moverse a Camagüey, Santiago de Cuba y hasta La Habana para completar su formación. Al salir del territorio, los muchachos se involucran en el proceso de aprendizaje de esas ciudades y se insertan en sus agrupaciones y dinámicas de trabajo; son jóvenes y muchos enrumban por ahí sus principales aspiraciones.

“Lograr que regresen tiene un componente vital en la comunicación que se tenga con los educandos, en lo que haga la compañía Onilé (si ponemos un caso específico) por no perderlos y motivarlos a quedarse aquí.

“Eso se relaciona igualmente con el entorno cultural, por supuesto. Porque si estamos ante un grupo artístico, cualquiera que sea, que no tiene una programación habitual, una actividad sostenida, promoción, participación en eventos que los compulsen a estar ahí, pues va a ser muy difícil que no busquen otros senderos, o que no acepten propuestas de esos lugares para establecerse allá, por mucho que quieran a su patria chica”.

Las Tunas también aporta alumnos a la Universidad de las Artes (ISA) y que 22 aspirantes se alisten para hacer sus exámenes con miras al curso por encuentro, habla, y bien, de las ansias de superación que perviven entre los creadores aquí.

A eso se suma la masividad de tuneros que optan por estudiar en la Academia de Artes Plásticas de Holguín, que acoge a los interesados de estas tierras a partir de que la nuestra cerrara sus puertas y nos dejara tristes y con las ganas enormes de revertir una decisión tomada sobre la base de carencias constructivas y no desde el enorme potencial docente y artístico de esta urbe en asuntos de pinceles y arcilla.

Un tema pendiente que cuece el alma de más de un creador desde hace años y que, ojalá de la mano de los nuevos actores económicos del país y los tantos entramados que se ensanchan en tal sentido, encuentre cauce para florecer.

Amén de esos dislates y de otros, propios de cualquier proceso vivo y perfectible, avanza la Enseñanza Artística en el Balcón de Oriente. Lo confirma el sonido del violín cuando pasas por la calle, el don de la clase personalizada, tutorial, intensa; el brillo honesto de sus muchachos y el tiempo notable que cada uno de ellos invierte en sus casas para estudiar Solfeo, desentrañar un pentagrama o, junto a su familia, hacer cuentas y más cuentas para sumar el dinero preciso y afinar el piano viejo que lucen en la sala; todo, para aprender.

Cada graduación confirma la senda buena del camino; a ese, al aprendizaje del arte, hay que brindarle toda la ayuda posible. No se trata de cualquier cosa, es aliento puro, latido verdadero, raíces que son alas, porque, como dijera cierto filósofo notable: “Si deseamos preservar la cultura, debemos continuar creándola”.