Divagaciones lingüísticas y comunicacionales

Por: Carlos Tamayo Rodríguez

 I.Primero fueron los sonidos guturales, después la articulación. Transcurrió el tiempo, aparecieron el sapiens y los subsiguientes en la cadena evolutiva. Más organizada la materia cerebral facilitaría el balbuceo. Las ideas se expresarían gestualmente hasta vencer el camino hacia el lenguaje oral. Con posterioridad a la realización fonética de frases comprensibles, los hablantes primitivos dieron origen a las numerosas lenguas que, no obstante su desaparición por carecer de escritura y la extinción étnica, prueban la diversidad lingüística originaria, mientras se lamenta la pérdida irreversible. Más tarde surgieron los alfabetos, las escrituras. El Hombre construyó la cultura, se definieron la identidad y la otredad, la supremacía de nuestra especie.

II. Problemas somáticos afectan la fonación correcta, como el tartajeo; otros defectos requieren de foniatras, logopedas o intervenciones quirúrgicas. Se padece la oscuridad al expresar las ideas con los lenguajes oral y escrito. Vivimos la era satelital, las tecnologías de punta, la informática, los teléfonos inteligentes; pero yo arrastro la erre, tú silabeas  medias palabras y él, taquilálico, habla sin pausas hasta la taquipnea. Los sordomudos conversan en lenguaje de señas. Nosotros compartimos el planeta con etnias que se expresan en dialectos, sin escritura; existen ustedes, los que aún se comunican con sonidos onomatopéyicos y  envían mensajes a otras tribus  percutiendo tambores e ignoran qué es ser migrante analógico.  Ellos,  terrícolas digitales,  se conectan en 5G.

III. En Cuba, antes de 1959, el analfabetismo tenía cotas demasiado altas. La Revolución eliminó el estatus neocolonial y en 1961 desarrolló la Campaña de Alfabetización, acontecimiento cultural sin precedentes en América Latina y el Caribe. Desde entonces el Estado ha invertido presupuestos millonarios al darle continuidad a la instrucción para culminar la enseñanza superior como derecho social. Durante la enseñanza primaria, base de las demás,  debería profundizarse sobre pronunciación, caligrafía, reglas ortográficas, redacción e interpretación. Y luego darle continuidad a esos contenidos al cursar la enseñanza media.  Estudiantes  destacados en materias científicas cometen errores prosódicos, gramaticales, y sus caligrafías se vuelven enrevesadas.

IV. A los libros les da relevancia la jerarquía autoral literaria, científica o técnica, el editor, el diseñador y quienes los pergeñan en las imprentas. El beneficio, al traducirlos, es invaluable. En nuestro país existen grandes exponentes de esas especialidades, a los cuales el Instituto Cubano del Libro y el Ministerio de Cultura les premian anualmente sus trabajos en la Feria Internacional del Libro de La Habana. Las nuevas tecnologías humanizan dichas labores y contribuyen a la alta definición de cubiertas, ilustraciones interiores, tipografías, impresión. Al mismo tiempo se estima que ahora se lee menos, criterio harto polémico. A quienes no han abandonado la lectura de libros, revistas, periódicos, folletos… en soporte papel, deben sumárseles los lectores en computadoras, tabletas, teléfonos. ¿Se lee menos?

Con ese mismo rigor deben cuidarse los audiolibros. Es memorable la grabación a Nicolás Guillén en una jornada sin interrupción entre poemas; ese disco atesora la lectura impecable. Pero no siempre el autor es el sujeto idóneo para ponerle voz a su obra. El libro impreso puede tener éxito y el audiolibro no, si el timbre no es agradable como para la audición hasta el final, si no tuviere otros defectos de fonación.

V. No referiré detalles sobre la onomástica reciente pues ya escribí al respecto.1 La creatividad paterna, materna y familiar en general para nombrar a los niños dio lugar a la generación Yayeyiyoyú (Yaximisdelkis, Yelemircet, Yimeibys, Yonka, Yuxisisbeidis) de etimología difícil.

En cuanto a los apócopes incontables conservamos el identificador oriental compay/compadre, y se suman los provenientes de telenovelas extranjeras: ma/madre; pa/padre; mana/hermana.

De los  hipocorísticos, tan frecuentes por nuestra idiosincrasia cariñosa, opino que el más entrañable en el imaginario popular es el que corresponde a la Virgen Patrona de Cuba-Virgen Mambisa-de la Caridad del Cobre-Cachita: Fui al santuario a ver a Cachita.

VI. Las palabras obscenas —su existencia es negada por quienes las emplean como insumo del realismo sucio, cuyos contextos las requieren y no las cultas, dígase poesía, narrativa, teatro, filmes— aumentan su frecuencia coloquial. Las más soeces suenan con naturalidad asombrosa. Reguetones y traps escatológicos obstinan en ómnibus,  calles y viviendas, por bocinas portátiles o conectadas, desde interiores o balcones, a todo volumen. Los propietarios expresan el derecho a escuchar su «música» preferida, pero no lo tienen para la contaminación ambiental sonora ni ofender la decencia en nombre de la seudocultura. Por respeto a los lectores no cito fragmentos de «canciones» con halitosis y sin desodorante.

VII. Algunos cubanoescribientes son víctimas de la cacografía y desfiguran las palabras: días ávile/hábiles, más, pronunciar mal, constituyen dos viejos pánicos sin cura a corto plazo. Al no respetar una norma del español: las sílabas se pronuncian como se escriben, este pudiera ser el motivo por el cual los errores prosódicos se dan la mano con los ortográficos. Un amigo que regresó no hace mucho de Guantánamo me comentó que vio escrito en un cartel cerveza de telmo/termo, y al indagar por un punto de referencia le respondieron frente al palque/parque. Quién sabe si el que respondió sea el rotulista.

Recuerdo que es característico en la identidad lingüística  cubana no diferenciar la pronunciación uve/be; ye y el dígrafo ll (elle): yeísmo; ese/ce/zeta: seseo; también se hallan aquí hablantes con ceceo.

VIII. En la televisión y las emisoras radiales la locución debe ser neutra. Los locutores y animadores profesionales (paradigmas de voz y dicción) no harán uso del habla coloquial de su origen geográfico comunitario; ni los actores de documentales, telenovelas, series y otros géneros, salvo si la caracterización lingüística del personaje lo requiere,  si prioriza  el léxico y la prosodia de determinado lugar o estrato social; a veces ridiculizan al oriental, al guajiro, por excesos marcados en dicha caracterización.

Cuando una obra grabada daña la prosodia y permite hasta la próstesis (eh… eh…eh…), ¿mientras se graba dónde están los facultados para detener la escena y exigir la repetición para eliminar los errores que salen al aire? También reporteros y sus entrevistados, comentaristas, panelistas, incurren en el léxico y la articulación defectuosos ante cámaras y micrófonos. Cuando se sabe «de dónde son los cantantes»,  directores y asesores, estad alerta.

IX. Quienes nacieron y aún viven en el oeste dicen que los del este hablamos cantando, cuando el cantaíto se escucha con diferentes curvas de entonación y cadencias por el paisaje insular.  Los lingüistas santiagueros, doctores Vitelio Ruiz y Eloína Miyares, sostenían que donde mejor se habla la variante cubana del español es en Camagüey, Las Tunas (aquí, conocidos míos me dicen Cajlo, seudodislalia cultural por aspiración de la erre que suena como jota), y Holguín. Alguien calificó al Camagüey como el ecuador excelente. Si es así, me alegra que exista un lugar por donde no haya pasado la contaminación lingüística. ¿La capital de la locución? Se la otorgaron a Ciego de Ávila, por la calidad con que vocalizan los profesionales que ejercen ese arte en cifra mayoritaria a nivel nacional. Todos quisiéramos ser los mejores, aunque se nos escapen deslices de diversa índole.

Un país tan musical aprovecha la diversidad melódica para la realización fonética así: cantando. Incluso existen quienes hablan cantando mientras caminan bailando; observe y compruébelo. Se articula y se ríe a la vez, aunque no se entienda bien. Lo que sí nadie va a  lograr es hablar y silbar al unísono…

Se profiere una burla fraternal entre los cubanohablantes  occidentales sobre —no contra—  los orientales. En la amada Ciudad Heroína (¡no todos sus habitantes!) omiten la ese al final de palabra: pensar como paí/país; lo pie/los pies; el sei/seis, o en otra posición: Lingüítica do/Lingüística II-dos; ir del ditrito al Crito y del Crito al ditrito; potre/postre; ¡ay, que me aplata!/aplasta, ni la totalidad le adiciona la ese a monemas que no tienen la marca de este fonema. «Comerse» o pronunciar una ese donde no corresponde (vites/viste) puede hallarse en Santiago y Guantánamo-Baracoa (recuérdese el cuento popular del caco plático, que de conocerlo Miguel de Cervantes, por su gracia se habría desternillado de la risa)².

Lo mismo sucede en la capital con la erre omitida: enegía/energía; enegético/energético. La duplicación de la consonante posterior a la erre (¡todos los sujetos no!) es considerada como asimilación por contacto regresiva: tadde/tarde; cubba/curva; platafomma/plataforma; acueddo/acuerdo; meccado de atte/mercado de arte; cebbeza/cerveza. También duplican consonantes y omiten la ele: pobbo/polvo; comer aggo/algo; discúppame/discúlpame.              

En varios lugares se cambia la erre por la ele al final (lalación): amol/amor: cantal/cantar; jugal/jugar; me preparé para hacel mi trabajo, voy a dal lo mejol de mí. Y la ele por la erre (rotacismo): alcancía/arcancía; calma/carma). Se mutila el dedo/el deo. No se salvan los participios: comío/comido; bailao/bailado. Por diversos puntos geográficos se escuchan incorrecciones como váyamo, cómamo, adecúa, en oposición a los correctos vayamos, comamos, adecua. Los errores con verbos en infinitivo y conjugados merecen un comentario aparte.

La historia de la lengua no puede obviar la migración interna, la cual riega por doquier modismos y seudodislalias culturales, por lo cual se escuchan el ¡alabao! pinareño y la ¡misericordia! santiaguera más allá de las fronteras provinciales; o decir cinterna/cisterna; fresá por frazada. A La Habana van a residir ciudadanos del oriente, el centro (unos cuantos conjugan íbanos/íbamos; veníanos/veníamos) y el propio occidente, a trabajar, a estudiar, a vivir, y con el tiempo  —bastan días o semanas— migrantes (¡no la summa!) ya no dicen Jorge sino Joge o Jogito; por qué/poqqué; carbón/cabbón. Cuando regresan a sus lugares de origen (quienes retornan) continúan hablando como habaneros.

Así transcurre el toma y daca en la fonación, mientras cocinan aquí hallaca, allá bacán, allí tayuyo, acuyá tamal. En la comunidad lingüística nacional los boniatos o buriles conviven fritos, hervidos, en boniatillo; aumentan los vocabularios de las normas culta y vulgar, incluido el caló.

Además, la ultracorrección provoca picuencias: bacalado en lugar del correcto bacalao, o chado por el italianismo chao; vacida/vacía. Frases comunes y muletillas se van mas vienen otras: Bueno, compañeros. Bien. ¿Y entonces? Un poco que. Nada. Bueno nada. Para nada. Y nada. Pues nada. ¿A ver, quién rompe el hielo? ¿Tú me entiendes? No sé si tú me entiendes.  Dale. Te atreves tú. A ver. Decir que. Expresar que. Tú sabe.

De paso mencionaré cómo un fonema sin semántica se convierte en interrogación cuestionadora al uso: ¡¿Y?!; una palabra con semántica se vacía del contenido original en determinado contexto histórico económico: antes, millonario era quien poseía millones de pesos, luego millonarios son el operador de combinada y el machetero que cortan millones de arrobas de caña; y otra se resemantiza, cual ocurre con un sujeto luchador, entendido como emprendedor, el cual, dentro de las adversidades trabaja honradamente; también es luchador el que forma parte de la corrupción y la delincuencia. Luchadora, dícese de la jinetera. Cambio semántico que obvia el valor patriótico que se le dio al luchador/la luchadora que arriesgaron o dieron sus vidas por la patria.

Las redundancias abundan pero tienen impunidad; los hablantes, sorprendidos in fraganti por ellos mismos, al percatarse de su reiteración prescindible aclaran «valga la redundancia»; continúan como si no hubiera pasado nada: siempre las validan.

X. La Real Academia Española (RAE) insiste en no emplear los dos géneros a la vez; palabras que nunca tuvieron femenino hoy sí: este sujeto/esta sujeta. Sin asomo descalificador del discurso antropológico de género y equidad, aceptado por unos y rechazado por  tantos, confieso que para mí  es difícil pensar y hablar mencionando los dos géneros constantemente.

En foros culturales se evidencia la constancia de quienes promueven la nueva construcción sociolingüística emancipatoria, que ha sumado a presidentes de naciones e intelectuales muy prestigiosos a la cruzada idiomática para no considerarse invisibilizadas, excluidas, ninguneadas como mujeres, al emplearse el término marcado masculino  cuando este incluye al femenino.

Abundan chistes de la parte opositora a esa práctica, como considerar al perro y a la perra los/las mejores amigos  y amigas del hombre y de la mujer. O el saludo del esposo a su esposa y la respuesta genérica que le dieron: ¡Hola, mi vida!/¿Cómo estás, mi vido?

En naciones donde ahora se protesta masivamente contra el acoso sexual, las violaciones, las violencias verbal y física, las decapitaciones, en fin, contra el «derecho» a ejecutar feminicidios, es altruista y valiente luchar por el reconocimiento social, el respeto, la igualdad del pago salarial a las trabajadoras por la misma labor realizada por los trabajadores. También la palabra debe contribuir al máximo derecho humano: la vida con dignidad. Cuba presenta una situación distinta, el Estado protege a las mujeres y sus derechos, defendidos desde las guerras independentistas y afianzados por la Revolución. Y se continúa la lucha por erradicar los vestigios heredados de la sociedad patriarcal, machista y discriminadora por el color de la piel, las creencias religiosas, las preferencias sexuales, que consideraba a las hembras el sexo débil, el ser humano inferior.

Quizás alguna vez, o quizás nunca, la Academia acepte la doble mención al género. Cito in extenso:

A la Real Academia Española (RAE) le llamó la atención el uso creciente de un latiguillo lingüístico en América Latina: un artículo de la Constitución de Venezuela habla de «venezolanos y venezolanas», y la [vice]presidenta Cristina Kirchner comienza siempre sus discursos dirigiéndose «a todos y a todas».

Sin embargo, los hispanohablantes no están discriminando cuando usan el masculino para designar a hombres y mujeres: no necesitan modificar el uso de su idioma para huir del sexismo y tampoco están obligados a pasar al género femenino el nombre de algunas profesiones.

Titulado «Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer», un informe de la RAE critica las nuevas guías sobre lenguaje no sexista elaboradas en España por universidades, sindicatos o gobiernos regionales, que proponen, por ejemplo, usar palabras como «la ciudadanía» en lugar de «los ciudadanos» o «el profesorado» en lugar de «los profesores» para hablar de grupos compuestos por hombres y mujeres.

El autor del informe de la RAE, Ignacio Bosque, defiende que «el uso genérico del masculino para designar los dos sexos está muy asentado en el sistema gramatical español» y que no tiene sentido «forzar las estructuras lingüísticas».

«No es preciso, desde luego, ser lexicógrafo para intuir que la niñez no equivale a los niños», fustiga.

Asimismo, «no parecen admitir estas guías que una profesional de la judicatura puede elegir entre ser juez o jueza», critica el académico, y considera que las pautas propuestas por estas guías están únicamente pensadas para el lenguaje oficial.

[…]

Pero la RAE decidió ponerle, si no freno, al menos un límite a un modo de expresarse que considera artificial y derivado de la exposición pública. En un detallado informe, cuestiona con contundencia e ironía una serie de nueve guías gramaticales destinadas a «evitar el sexismo en el lenguaje», que fueron publicadas en los últimos diez años en España.

En esas publicaciones, sus autores recomiendan a los lectores, entre otros consejos, que no apelen al uso genérico del masculino cuando se debe referir a los dos sexos al mismo tiempo. Así, por ejemplo, sugieren que se emplee «las personas becarias» en lugar de «todos los becarios» o, también, «las personas sin trabajo» para reemplazar a «parados», en España.3

XI. Diaristas, comentaristas radiales y televisivos, al divulgar la actuación por equipos de hembras y varones practicantes de un mismo deporte, los mencionan  como «los equipos de ambos sexos», convirtiéndolos en atletas hermafroditas, cuando deben valorar a los colectivos del uno y el otro sexos.

XII. La RAE, que limpia, fija y da esplendor, se ha opuesto a darles entrada en los diccionarios a neologismos y años después los aprueba: pasan al inventario de la lengua porque los hablantes los imponen.

Olvidé los intríngulis para que una palabra sea incluida en el diccionario. Conversé al respecto con un amigo académico (de la Academia Cubana de la Lengua, por supuesto) ya fallecido, y desistí sobre fundamentar un neologismo de mi propia inspiración. Esta es la anécdota: Hace años se celebró una reunión entre cubanos residentes en nuestro archipiélago y cubanoamericanos. Los segundos se quejaron porque en Cuba se les seguía llamando gusanos y gusanera, algo que les causaba (causa) un gran disgusto.

Cuando leí el reporte en ese punto recordé las definiciones de cubanía y cubanidad dadas por el sabio Fernando Ortiz. Se me ocurrió crear un monema compuesto por gusa (es obvio: de gusano-gusanera)  y nidad (más obvio aún): gusanidad, obtenido al mezclar aceite y vinagre a espaldas de la lexicografía. Mi interlocutor se rio  muchísimo y yo me di por pagado pues mi aporte serviría para  relajar tensiones políticas, si las dos partes lo tomaban así. Si alguien encontrare en una página de algún diccionario por venir el neologismo gusanidad,ya sabe a quién corresponde la autoría; ese es la expresión del idiolecto mío.

El diálogo entre cubanos de las dos orillas es muy necesario, pero el actual presidente norteamericano todo lo sala. Es un monstruo prehistórico, más sanguinario que el tiranosaurio. No conoce la diferencia de contenido semántico entre bloqueo y embargo, catarro y coronavirus. Lucifer no votaría por él.

XIII. Finalmente, me preocupa un asunto sociodemográfico y anticultural, más que lingüístico, por el matiz despectivo. Coincidí con un amigo oriental,  me dijo: «Pasaré el fin del año aquí en La Habana, ya resolví el puecco». ¿El qué? «El puecco, asere; si me oyen diciendo puerco o macho la gente se va a dar cuenta que yo soy palestino». ¡El puecco!4 «¡Qué dolor, qué dolor, qué pena!»5

CITAS Y NOTAS

1Vid. Carlos Tamayo Rodríguez: Dulcinea y Marvindresler. Editorial Sanlope, Las Tunas, 2005, 15 p. Y en: Al dulce nombre de mi patria unido. Editorial Sanlope, Las Tunas, 2015, pp. 199-205.

²Me lo contó la baracoense Carmen Téllez Suárez, quien actualmente reside en Las Tunas. Esta es su versión:

Se encontraron un guantanamero y un baracoense frente a una oficina   donde estaban evaluando para un puesto de trabajo, el requisito era hablar correctamente. Primero llamaron al de Guantánamo y le preguntaron cómo se llama eso que un trabajador se pone en la cabeza para protegerse en caso de accidente.

   —Un caco, respondió el del río Guaso.

   —Se dice casco, señor.

   —¿Y de qué material está hecho el casco?

   —Vea, de plático.

   —¡Dele para afuera que está desaprobado! ¡Y recuérdese, se dice casco, casco!

       El otro aspirante le preguntó cómo había salido en la entrevista.

   —Me desaprobaron.

   —¿Qué fue lo que te preguntaron?

   —Nada más me hicieron dos preguntas.

   —Entonces la prueba está fácil.

   —Hay que decir el nombre de lo que uno se pone en la cabeza para protegerse en un accidente y le dije que un caco, y la segunda sobre el material del caco y le dije plático. Cuando me iba me dijo que se dice casco, casco.

      Llamaron al baracoense y mientras se dirigía a la oficina iba repitiendo casco, casco, casco. Cuando le hicieron la primera pregunta respondió bien.

   —Un casco.

   —¡Al fin alguien de aquí sabe pronunciar bien palabras con la ese!

   Entonces le hizo la otra pregunta.

   —¿En qué material fue confeccionado el casco?

   —Vea, en plático.

       Y también desaprobaron al del río Miel.

3RunRun.eshttp://www.educacionyculturaaz.com/cultura/la-rae-rechaza-el-uso-de-todos-y-todas

4Asimilación por contacto regresiva (¿Coggó o coggaste?/¿Colgó o colgaste?). Lalación (Pinal/Pinar del Río).  Rotacismo (Querer con el arma/alma). De la epistemología empleada por Añorga.

5De «Mambrú se fue a la guerra», en el danzón «Osiris», de Enrique Jorrín, popularizado por  la orquesta Aragón.

Carlos Tamayo Rodríguez (Las Tunas, 1-7-1954). Licenciado en Letras (Universidad de Oriente). Máster en Ciencias (Universidad de Las Tunas). Investigador adjunto a la Casa del Caribe. Ha publicado libros en Cuba y México. Diploma Visitante Distinguido de Veracruz. Militante del Partido. Miembro del Consejo Nacional de la Uneac. Distinción por la Cultura Nacional. Miembro de Honor de la Fundación Nicolás Guillén y la Brigada José Martí.

Esta publicación contiene temas de interés no solo para lingüistas, profesores, periodistas y comunicadores, también para cubanohablantes en general. Refiere aspectos en torno a historia de la lengua, realización fonética, cacografía, muletillas, palabras obscenas, redundancias,  modismos regionales… Además, trata un asunto polémico: emplear los dos géneros a la vez en el habla y la escritura, tendencia desaprobada por la Real Academia Española al considerarla innecesaria, entre otros aspectos que motivarán su lectura, como la anécdota para proponer neologismos y un cuento popular sobre pronunciación defectuosa.