Una Chimenea de títeres germina

Heidy Almarales tiene el don de hablar con las manos, además de con las palabras. Y los ojos le brillan tanto mientras dice que también parece que puede, solo con eso, construirte una historia.

Dennys Pérez, el santiaguero que vino hasta aquí para seguirla en el arte, como en el amor, la escucha algo distante, en silencio. Sin embargo, esta reportera percibe que está muy pendiente, presto a intervenir en cualquier momento del diálogo para acotar o atizar una idea, según sea el caso.
Juntos dieron vida hace 4 años al proyecto teatral La Chimenea. Y de ese mismo modo, juntos, ya ven los primeros frutos del trabajo intenso, muestra del empeño bueno de la juventud. Así nos cuentan.
«Este es nuestro segundo espectáculo, lo estamos preparando ahora. Ganamos la Beca de Creación El Reino de este Mundo, una de las más importantes que entrega la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y fuimos seleccionados entre los muchos candidatos que llegan a La Habana. Es muy difícil que se elija teatro de títeres para subvencionar por uno de estos premios y lo logramos. Nos dieron el dinero para pagar toda la producción, que no es poco y nos sentimos privilegiados por eso.
«El espectáculo se llama El Círculo. Parte de un cuento folclórico ruso y le alteramos el final. Tiene que ver con los sucesos de la vida narrados desde varios eventos de muerte. Es un poco la metáfora de que una es consecuencia de la otra y el círculo no se rompe».
¿Y los títeres?, le pregunto maravillada por entender cómo se hacen, quién les confecciona a esos actores que son ellos mismos y a la vez, son otros. Entonces me habla ella como si moviera marionetas. Las manos no pueden quedarse en un solo lugar.
«Yo tuve un excelente profesor de Diseño en el nivel medio, integrante de Teatro Andante y descubrí una pasión muy oculta que poseía y ahora me estoy dando banquete con eso. El trabajo de diseño completo es mío.
«Nos vamos planteando una visualidad, el títere es eso. Hicimos un estudio de vestuario y muchos otros aspectos, algunos de los cuales se van desechando y otras quedan. La primera puesta nuestra fue minimalista y en esta intentamos cambiar un poco eso. Hay materiales con los que contaba antes y otros que utilizo ahora, desde algo tan exquisito como el cuero, bien tallado, hasta elementos muy simples.
«Nos permitimos tomar de todo valorando la movilidad y las posibilidades reales de contar esa historia que deseamos narrar. El personaje de la muerte, por ejemplo, que es sumamente importante y sufre varias transformaciones a lo largo de la trama, está hecho solo con una bolsa de nailon, claro, tiene unas manos muy expresivas que son de otro material, pero básicamente es nailon».
Al evento Máscaras de Caoba, en Santiago de Cuba, fueron con su primera pieza teatral My Valentine. Me dicen, llenos de orgullo, del premio al mejor diseño de puesta en escena con el que se alzaron allí. Ahora llegaron nada menos que del 13 Taller Internacional de Títeres (Titim), que acoge Matanzas. Confiesan el deleite al ser vistos allí por grandes de la crítica y el teatro cubanos.
Piensan seguir andando por el camino que ya están definiendo: trabajar con títeres, pero no pensando en los niños propiamente. Son obras para adultos. ¿Se imaginan una sala de teatro llena viendo a muñecos que cuentan un relato para padres, abuelos, tíos, estudiantes de preuniversitario…?
«Claro que nos la imaginamos y hasta ha pasado eso ya. El arte tiene que llegar a todos y encuentra muchas maneras de hacerlo. No podemos limitarnos a que el teatro para adultos tiene que ser dramático. Los dos venimos de eso y lo disfrutamos, pero queremos deleitarnos con otros procesos.
«Hay que aprender a ver las cosas de otra manera, lo hemos comprobado. La gente siempre se puede acercar a nuestras puestas con cierta reserva, pero cuando las ves, puede volverse hasta adictivo. En el Festival de las Artes, en La Habana, hicimos una temporada y niños la disfrutaron junto a sus maestros. La obra no está concebida para pequeños y funcionó muy bien.
«Ensayamos en la sala de mi casa. Ese es nuestro teatro. Ahí tenemos ahora lo que es necesario, porque al acto creativo tiene de comunión, pero igual necesita privacidad y ahí la hemos encontrado. A veces el vecino grita, el perro ladra, pero nada de eso es inconveniente. Esperamos que el Guiñol sea el lugar donde nos podamos presentar. Lamentablemente, ahora está cerrado por serios problemas con el escenario, pero soñamos con eso y va a ser así. Estamos seguros de que se va a llenar.
«Cuando la comunicación existe, el público se conecta. No hay que tenerle miedo a eso. Y si es un desafío, pues que venga».

Tomado: periodico26.cu